domingo, 9 de agosto de 2009

Canal 11, crisis total en 2009

Revista Proceso 9 de agosto del 2009

El atrevido Canal Once
FLORENCE TOUSSAINT,


Los cambios en el nombre, imagen, programación y concepto editorial de Canal Once, hoy Once Tv México, lo están convirtiendo en otra emisora. Es como si la hubiesen vuelto del revés, y lo que antes la distinguía ahora resulta obsoleto y anticuado. Tal como señalan sus nuevos promocionales: es “una tele atrevida”.

Su director, Fernando Sariñana, se ha atrevido a destruir en poco tiempo lo que costó muchos años cimentar. Atrevidamente llena los espacios con programas extranjeros que se pueden ver en las señales cerradas, y recurre a conductoras que vienen de la televisión mercantilizada, de escuelas y universidades de paga, de trabajos en la empresa privada, tanto para los segmentos matutinos como para los noticiarios. Atrevidamente incluye anuncios para contravenir la ley y violar su título de permisionario.

Se atreve a tirar por la borda grandes esfuerzos por conseguir audiencia y mantenerla, por diferenciarse de las opciones lucrativas, por ofrecer creaciones originales. En lugar de que su cincuentenario hubiese servido para consolidarla como medio de servicio público, parece que ha entrado en la decrepitud buscada, una muy parecida a la que cayó sobre Imevisión poco antes de que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari decidiera cedérsela a los empresarios Salinas Pliego.
Sobran los ejemplos del pésimo funcionamiento de un medio que está bajo la égida de una institución de educación superior, el Instituto Politécnico Nacional, antes insignia de las televisoras culturales del país. Hoy se va quedando rezagado, pierde interés y cede su lugar a Canal 22 y a TV UNAM, emisoras que le han arrebatado el público que tenía.

Entre esos ejemplos está la barra matutina de variedades que sustituye a Diálogos en confianza. Las mañanas en el Once, que pasa de una frivolidad a otra. Hay un poco de todo: cocina, salud, energía (ejercicios diversos, instructores diversos), ideas y estilo, dos segmentos de “hágalo usted mismo” y “cuidados de ropa, cuerpo y casa” para amas de casa de nivel económico medio, y un pequeñito Diálogos. Lo que fue un espacio educativo se ha convertido en una especie de revista de moda con un estilo entre comercial y cultural ligero, en el afán de estar al día. Para ello se cuenta con dos conductoras principales cuya trayectoria las ubica en el renglón de lectoras de lo que otros piensan y escriben. La calidad de sus comentarios se iguala a la de sus colegas en TV Azteca y Televisa; con la misma superficialidad tocan los temas, hacen preguntas y escenifican su papel de anfitrionas de una casa de clase media con aspiraciones. La escuela de Carmen Muñoz y Gabriela Ramírez han sido canales locales de televisión de TV Azteca, radiodifusoras de lucro del estado de Jalisco, empresas de relaciones comerciales. Al exdirector del Once, Julio di Bella, se le criticó el que incluyera a César Costa, un artista proveniente de las señales privadas como coordinador de un programa de cultura. Y el que incluyera una serie cómica, hasta ese momento género ausente de Canal 11. Hoy esos atrevimientos se dan en casi toda la parrilla programática.

Es “una tele joven” no por sus programas, sus participantes o su enfoque, sino porque apenas si tiene tres años al aire el viraje que le han dado para dejarla en una institución sin autonomía editorial, cuyos noticiarios constituyen una apología del régimen político actual, de sus decisiones erráticas, de la ingobernabilidad en que ha sumido al país. Sus series de debate están destinadas a quedarse sin escuchas por la falta de equilibrio, de sobriedad en el balance de los temas y especialmente de los invitados. Ezra Shabot, productor de programas de radio comercial, representa esa nueva cara del Once en materia editorial e informativa.

Lo que resta del antiguo Once está en peligro de ahogarse entre tanta banalidad. Y los productores hacen su parte para que así suceda. Primer plano dejó de tener en primer plano a los participantes, quienes vestidos de negro frente a un ciclorama negro y con una cámara en ace rcamiento nos acostumbraron a poner atención a sus dichos, no al escenario. Hoy los vemos en torno a una mesa redonda, de lejos y con luces y dibujos que distraen. Los hombres de negro se han perdido en segundos planos y en vistas generales.